Cuando pregunté por que te fuiste, muy bajito dentro de mi corazón escuché con resignación: estoy aquí… no llores, no llores porque Dios me hizo tú ángel, tu guía, y desde hoy seré tu dulce compañía.
Si algún día visitas mi tumba no llores, solo imagina que estoy durmiendo. Te visitaré con el alba, te abrazaré con el viento, te besaré con la lluvia y cantaré para ti en silencio. Nunca pienses que me he ido, y sonríe porque estoy aquí y soy feliz. Soy feliz porque siempre te protegeré y nunca te abandonaré.